¿Qué es el fracking o fractura hidráulica?

Es una técnica para extraer gas y petróleo de formaciones rocosas poco permeables que requiere millones de litros de agua y es altamente contaminante. Además de ser usada para la extracción, el fracking también se usa para la exploración de yacimientos de gas y petróleo

Desde el siglo XX a nivel global los combustibles fósiles como el gas y el petróleo han sido las principales fuentes de energía. Por varias décadas, se ha extraído gran parte de las reservas de hidrocarburos de fácil acceso que se encontraban en yacimientos cercanos a la superficie, llevándonos a un punto de agotamiento de las reservas y, por lo tanto, al declive de la producción de estos combustibles fósiles. Sin embargo, el actual sistema de producción y consumo, lejos de disminuir el consumo de estos combustibles fósiles, ha incrementado su demanda.  

Esta mayor demanda de combustibles ha sido posible atender por el avance de la tecnología que ha permitido que la industria del petróleo lograra acceder  a mayores profundidades en el subsuelo, alcanzando formaciones geológicas donde, en algunas regiones del mundo, existe una capa de piedra llamada lutita que contiene hidrocarburos atrapados en los poros de la roca. La única forma de extraer estos hidrocarburos almacenados en muy pequeñas porciones en la roca de lutitas es a través del fracking. 

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El fracking consiste en la perforación de un pozo vertical hasta alcanzar la formación que contiene el gas o petróleo. Seguidamente, se perfora horizontalmente en la lutita pudiendo extenderse por varios kilómetros. Posteriormente se fractura la roca con la inyección de una mezcla de agua, arena y sustancias químicas a elevada presión que fuerza el flujo y salida de parte de los hidrocarburos de los poros. Este flujo disminuye muy pronto, por lo cual es necesario perforar nuevos pozos para mantener la producción de los yacimientos. Por este motivo, el fracking conlleva la ocupación de vastas extensiones de territorio para perforar cientos de pozos.

Además de ser usado para la extracción de los hidrocarburos  en “yacimientos no convencionales” de lutitas (shale en inglés), esta técnica, generalmente sin el pozo horizontal, también ha sido usada para la exploración y extracción de gas y petróleo disperso en los llamados “yacimientos convencionales” para estimular la producción en declive de estos yacimientos.

Impactos socioambientales del uso de la fracking

Disminución de disponibilidad del agua

La fractura de un solo pozo requería entre 9 y 29 millones de litros de agua. Actualmente los pozos verticales pueden ser más largos llegando a consumir 80 millones de litros. Ha aumentado 8 veces la cantidad de agua utilizada en la cuenca Permian de 2011 a 2018. Al hablar de estas cifras es indispensable tener en consideración que para que la extracción de gas y petróleo usando fracking sea económicamente viable se requieren cientos o miles de pozos en una región y cada uno requiere estos grandes volúmenes de agua que puede no regresar a la superficie y, cuando sí lo hace, regresa contaminada tanto por las sustancias químicas con las que fue mezclada, como por las sustancias que se encuentra en su paso por las diferentes capas del subsuelo, por lo que no puede ser utilizada de forma segura en ninguna otra actividad.

Diferentes investigaciones realizadas en Estados Unidos donde el fracking se realiza desde finales del siglo pasado han demostrado que la demanda de agua para las operaciones de fractura hidráulica va en aumento.

Contaminación de las fuentes de agua

El fracking contamina el agua de tres formas posibles: derrames, descarga ilegal de desechos propios  de la técnicas en ríos y arroyos, y la migración subterránea de químicos, incluyendo el gas y petróleo, hacia el agua subterránea incluso llegando a contaminar los pozos de agua potable de las poblaciones cercanas.En Estados Unidos existen miles de casos documentados de contaminación de fuentes de agua relacionados con el uso de la fracturación hidráulica. Se han identificado 750 tipos diferentes de productos químicos en los fluidos de fracturación analizados, entre ellos sustancias de gran toxicidad como el metanol, benceno, tolueno, etilbenceno y xileno. Además, el agua de desecho conocida como agua de retorno no sólo contiene los químicos y la arena que originalmente se introdujeron, sino también metales pesados, hidrocarburos e incluso materiales radioactivos, como el radón, que se encuentran en el subsuelo. En 2013 la Agencia de Protección Ambiental (EPA) en Estados Unidos encontró altos niveles de benceno en las aguas de retorno, según una nota de prensa eran 700 veces por encima del límite máximo permitido, que además eran reinyectadas al subsuelo.  A la fecha, no existe tratamiento efectivo para la misma, dejando el agua inutilizable para otros usos y fuera del ciclo hidrológico. Para su manejo se busca aislarla e inyectarla en pozos letrina, pero no es una solución ya que se ha comprobado que estos pozos filtran y se han contaminado acuíferos enteros (ej.California, EEUU) además pudiendo provocar sismos (ver sección más adelante). Te invitamos a consultar nuestra infografía de agua y fracking.

Impactos sobre la salud

Los expertos señalan que al menos 25% de las sustancias utilizadas en las distintas mezclas de perforación pueden causar cáncer y mutaciones, 37% afectar al sistema endocrino, 75% provocar afectaciones respiratorias, gastrointestinales, dermatológicas y oculares, 40% induciralergias y del 40 al 50% dañar el sistema nervioso y son inmune y nefrotóxicos. Los pozos de agua potable que abastecen a la población situados en cercanías de las zonas donde se aplica la fracturación hidráulica tienen altos niveles de metano y sustancias cancerígenas y neurotóxicas. Por otro lado, la población que habita cerca de los pozos tiene 66% de probabilidad de padecer cáncer asociado a la contaminación atmosférica. Igualmente, la toxicidad y los riesgos de accidentes asociados a esta actividad repercute en la salud y la vida de las y los trabajadores de la industria.

Emisión de gases y su contribución al calentamiento global

90% de las emisiones en el proceso de obtención del gas es metano (CH4), aunque también se emite dióxido de azufre (SO2), óxido de nitrógeno (NO) y compuestos orgánicos volátiles. Aunque la quema del gas natural emite menos dióxido de carbono (CO2) que otros hidrocarburos, el proceso completo de su explotación contribuye en mayor medida a la aceleración del cambio climático debido a las fugas de metano producidas durante su extracción. Estas emisiones pueden alcanzar 8% de la producción total de un pozo, es decir, 30% más que en los proyectos de gas convencionales. El metano es un gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento 86 veces superior al CO2 en el corto plazo, por lo que en 20 años el impacto de la extracción de gas de lutitas sobre el cambio climático puede superar en 20% el del carbón. Checa nuestra infografía de fracking y cambio climático.

Sismos antropogénicos

Debido a que la industria no puede tratar los grandes volúmenes de aguas residuales generadas por el fracking, es común que utilice pozos de inyección (también conocidos como pozos letrina) para deshacerse del agua contaminada. Estas aguas pueden desestabilizar fallas geológicas y provocar sismos. En Arkansas, Ohio, Oklahoma, Colorado y Texas, regiones sin actividad sísmica histórica, se han multiplicado en años recientes el número de sismos superiores a los 3 grados. Los epicentros de estos sismos coinciden con la localización de los pozos de inyección. En Youngstown, Ohio, estos sismos antropogénicos (provocados por el ser humano) lograron alcanzar hasta 5.7 grados.

Otras afectaciones

Debido al deterioro ambiental que provoca, la explotación del gas de lutitas es incompatible con otras actividades económicas como la ganadería, la agricultura y el turismo. A ello se suma el deterioro de la infraestructura carretera por el impacto de los 250 viajes diarios por pozo de camiones de gran tonelaje. Todo ello afecta la calidad de vida, salud y tranquilidad de las poblaciones.

Alternativa energética costosa e inviable

La industria gasífera de Estados Unidos ha reconocido que 80% de los pozos fracturados no son económicamente viables. Ello debido a i) tasas de declinación de situadas entre 29% y 52% anual, que hacen necesario seguir invirtiendo grandes sumas de dinero cada año para mantener la producción; ii) baja recuperación de los hidrocarburos presentes en los yacimientos, situada en el caso del gas entre 4.7%- 10% frente al 75%-80% de los proyectos convencionales; y, iii) un deficiente rendimiento energético. Mientras los proyectos tradicionales obtienen 20 unidades de energía por cada unidad invertida, los de fracturación hidráulica sólo generan 5. Además, la complejidad de esta técnica sitúa los costos de cada pozo en 20-25 millones de dólares en México. De esta manera, sólo produce ganancias a través de la especulación financiera, las cuales se quedan en pocas manos a costa del futuro de la población y el planeta. Por todas estas razones, la explotación de hidrocarburos mediante esta técnica no es una opción para producir energía de manera sostenible, mientras que su uso desvía recursos que deberían dirigirse a las energías renovables y sostenibles, obstaculizando su desarrollo.

El fracking se practica en México desde hace tiempo. Conoce más información en este artículo.

Infografia

Para ver más infografías, da click aquí.

Nuestra Demanda

México debe prohibir la fractura hidráulica, técnica para la exploración y extracción de gas y petróleo. 

Vemos esta lucha dentro del contexto de la urgente necesidad global de dejar los combustibles fósiles bajo tierra y defender el territorio. 

Mapa de regiones del fracking en México

Para ver mayores detalles cartográficos sigue este enlace.

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